Ya viste, corazón, que por incauto
en materias de amor,
has sufrido tremendos descalabros.
En fin, ¡sea por Dios!,
no escarmentaste en la cabeza ajena,
y por eso es que hoy,
recibes entre penas y amarguras
una sabia lección.
¡Ah, muy cara se compra la experiencia!
¿No es verdad, corazón?
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