¡Ah! Dichosa eres tú,
que me llevas por donde quieres
me traes, me hieres;
no preguntas pero tampoco respondes.
Sufrir me haces sin condición
¿Por qué esa crueldad?
¿Acaso nací para sufrir?
Quizás sí, quizás no.
Ahora mis tabiques se caen en pedazos,
poco a poco, litigando;
a pequeños martillazos
necesarios e insistentes.
Tú no ruegas perdón,
daño haces para dar cuentas de tu posado,
escondida tras las esquinas,
esperando a un error aclamado.
Siempre estuviste ahí,
agarrada a un clavo hirviendo,
atada a los seres insignificantes,
sufridores por miedo y espanto.
Así, quizás sufrir no se elija,
quizás vivir tampoco
solo quiero decirte,
que tú, amor, a pesar de todo
que me llevas por donde quieres
me traes, me hieres;
no preguntas pero tampoco respondes.
Sufrir me haces sin condición
¿Por qué esa crueldad?
¿Acaso nací para sufrir?
Quizás sí, quizás no.
Ahora mis tabiques se caen en pedazos,
poco a poco, litigando;
a pequeños martillazos
necesarios e insistentes.
Tú no ruegas perdón,
daño haces para dar cuentas de tu posado,
escondida tras las esquinas,
esperando a un error aclamado.
Siempre estuviste ahí,
agarrada a un clavo hirviendo,
atada a los seres insignificantes,
sufridores por miedo y espanto.
Así, quizás sufrir no se elija,
quizás vivir tampoco
solo quiero decirte,
que tú, amor, a pesar de todo
eres lo único que tengo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario